Tomar un café a sorbos y
acompañarlo de versos,
para reparar un corazón
que está roto.
Viajar en una hamaca y que
el día pase,
para así atreverse a anestesiar
el dolor.
Gritarle al vacío y que
calle con una canción,para que desaparezcan esas lágrimas de desesperación.
Evitar la monotonía de
invocar aquello que se ha ido,
para esos monstruos
llamados recuerdos.
para lubricar los engranajes de una mente que ha perdido la razón.
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