Cada día que pasa
envejezco un poco más, quien sabe puede ser que estos últimos años en los que
aparentemente he “vivido” no han sido más que una mímica de aquello que he
anhelado en estos siglos de existencia.
Y muero, unas veces rápidamente otras veces le pongo freno a esto y lo hago lentamente, sin tiempo el cual es relativo, sin gracia la cual se acaba con mi desgaste, solo me queda un poco intacta mi esencia llamada alma.
Muero todos los días, unas veces con mis defectos otras veces con mis virtudes que no son nada perfectas, en este juego donde la eternidad no se apiada de volverme un igual, donde la mortalidad está al acecho de mis días.
Mi vida se desbarata bloque a bloque como el juego de Jenga, donde caere pronto; mi vida se acaba como el Mikado, con colores esta revuelta, con promesas que hasta yo he roto, con las ganas de vivir y no morir pronto.
P. D.: Muero igual que las palabras que no he entregado.
Y muero, unas veces rápidamente otras veces le pongo freno a esto y lo hago lentamente, sin tiempo el cual es relativo, sin gracia la cual se acaba con mi desgaste, solo me queda un poco intacta mi esencia llamada alma.
Muero todos los días, unas veces con mis defectos otras veces con mis virtudes que no son nada perfectas, en este juego donde la eternidad no se apiada de volverme un igual, donde la mortalidad está al acecho de mis días.
Mi vida se desbarata bloque a bloque como el juego de Jenga, donde caere pronto; mi vida se acaba como el Mikado, con colores esta revuelta, con promesas que hasta yo he roto, con las ganas de vivir y no morir pronto.
P. D.: Muero igual que las palabras que no he entregado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario