¡No
quiero dejarte!
Fue
así como paso a mejor vida mi viejo aparato de rayos catódicos; que aunque últimamente
ya no he utilizado, hubiera sido muy gentil se su parte que funcionara para
probar el regalo (si es que se le puede decir así) ha algo que trae un numero
de mala suerte (bueno eso dicen los mismos que lo fabricaron) y que para
complicarme más la vida viene impreso y hasta grabado para no olvidarme que
llevo un numero de mal augurio en entre mis pertenencias (eso dicen yo no lo creo)... Y terminaba así con un último grito que decía:
¡No quiero que mueras!
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