El dispensador de
alimentos. El dispensador de alimentos para gatos. ¡Perdón lo olvidaba! El
dispensador de alimentos para gatos color celeste…
Como lo había deseado
desde ya hace mucho empecé de cierta forma a vivir de una forma ya más
emancipada, tan bien se siente que tuve que llevar todas mis pocas cosas
realmente propias y de paso por última vez le di un vistazo al lugar que antes
llamaba hogar y revisar si no dejaba algo olvidado en la pequeña bodega donde aguardaban
las cosas que “aún no tienen uso”.
Me lleve una sorpresa pues
todo estaba tan ordenado, haciendo un guiño satírico al estado en cómo había
encontrado todo en mi última visita. Estaba de estante en estante cuando vi una
tapadera clásica celeste que me recordó al señor Yako.
La historia de él para mi
es algo trágica, tiene tintes tan macabros y siniestros que mis neuronas se
encargaron de no almacenar más información que vagos recuerdos de cuando jugaba
con Yako. Fue mi primera mascota oficial o en su defecto la primera con la que
recuerdo haber crecido. Éramos tan felices juntos; cuando subía a la terraza
recuerdo que con el carrito a radio control, que recién me habían regalado la última
navidad, corría Yako detrás de él y cuando lograba su cometido de atrapar lo
lamía queriendo darle intencionadamente un mordisco que jamás paso a más. Hubo
una vez que era de noche y se coló bajo la mesa; estaba dispuesto a hacer la
tarea cuando sin querer pise su cola… Creo que no es necesario mencionar que el
hecho de llevar puestos unos shorts me hizo tener una ligera desventaja después
de lo que sucedió “accidentalmente” y así cuando salía a jugar pelota él nos
miraba desde la terraza y solo con su actitud orgullosa; pensaba que cualquier
día de estos se iba a escapar…
Sucedió entonces que mí
querido amigo felpudo un día de tantos escapó. Entonces jamás pude saber qué es
lo que le sucedió…
Entre los escombros de
cosas que “aún no tienen uso” me puse a buscar la otra parte de este
rompecabezas nostálgico… El dispensador semitransparente en el que depositaba
sus galletitas. Después de unas horas distrayéndome en el camino con algunas
curiosidades y álbumes de fotos viejas que no pensaba que existían lo encontré,
y justo vino a mí una avalancha de lágrimas pensando en el señor Yako… El ya no
estaba y su solo recuerdo había despertado aquella curiosidad que mis neuronas tanto
habían evitado que recordara…
Baje rápido las gradas y encontré
a mi mamá leyendo, cuando le pregunte:
-Mamá ¿Qué le paso a Yako,
recuerdas nuestro gato?-
Mi mamá sin prestarme
mayor atención me respondió:
-¿Para qué quieres saberlo?-
Creo que mi gesto de
asombro le basto para saber que quizá había hecho mal al no responder la
pregunta que le había formulado. Me dijo entonces:
Un día de tantos cuando aún
eras muy pequeño, el regreso más tarde que de costumbre; era ya muy tarde y
estabas durmiendo. Tu papá no iba a abrirle la puerta al gato porque ya todos estábamos
descansando; pero Yako no paraba de llorar entonces le insistí a que fuéramos a
ver que sucedía pues no era normal esto. Salimos con tu papa y vimos que estaba
en la entrada de la casa. Se quedó tendido en el suelo sus patitas traseras estaban
torcidas y tenía muchas manchas de sangre. Su estado no podía haber sido peor. Salimos
de inmediato a buscar a un veterinario y dada la suerte de la hora todo estaba
cerrado; pero encontramos uno y era el único que se dispuso a atendernos…
Examino el aspecto de Yako y su diagnóstico no fue nada favorable; entonces nos
sugirió que era mejor verlo partir pues la gravedad de las heridas, solo
extenderían más su dolor…
Y cerró sus ojitos y no
pude más que pensar en ti…
Cerró mi mamá su libro, se
levantó de su silla y se fue a descansar.
Sabía que quizá por mi
edad no podía asimilar bien la perdida de mi primera mascota, pero el hecho de
pensar que Yako llego en las condiciones en que se encontraba a la puerta de la
casa; me enseño que después de todo no lo hizo para demostrar que siempre fue
un gato orgulloso y valiente sino que más allá de todo eso; él quiso despedirse
y que lo viera por última vez… Sin embargo ignoraba lo pequeño que era y que aún
no lo entendería…
Entonces ahora creo que después
de los lobos; los gatos pasaran a ser mis animales preferidos…
P.D.: Y una de las
primeras responsabilidades que tuve en la vida era… Depositar galletitas en el dispensador
de alimentos para gatos color celeste, y así Yako pudiera tener que comer todo
el día.
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