Hoy
me reí (si es que se le puede llamar así) de mi al visualizarme tendido en el
asfalto mientras estaba corriendo… ¿Pero por qué? Simple. Porque mientras
estaba corriendo oí la voz de un niño que decía:
-
Hola, hola, muchacho hola, hola. –
Todo
esto mientras corría y como es inevitable no responderle el saludo a un niño volteé
a verle y así responderle con un gesto amable y un adiós… Pero mientras hacía
eso, un piedrecita traviesa se coló en mis pasos apresurados, desequilibrando
mi carrera apresurada; haciéndome caer en el asfalto frio por la noche que
había caído.
Rápidamente
me levante y a lo lejos oí como reía el niño a más no poder…
En
eso recordé; el haber fallado dos años fue tan similar a esta caída en el
asfalto y el levantarme ahora, es no solo el hecho de no darme por vencido…
Creo que también fue un poco de mi testaruda mente, la que jugó un papel
importante para seguir corriendo no solo figuradamente en estos últimos años;
sino también para que aquel niño no viera como me aguantaba las ganas de no
llorar por el moretón que recién me había ganado.
Y
fue entonces que me levante rápidamente y empecé a reírme tan airadamente, que
más de alguno de los vecinos confirmo que quizá estoy un poco cuerdo (aquí te
presentas señor sarcasmo) después de todo.
P. D.: Lo inspirador que puede ser que alguien te haya hecho caer... :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario