Estoy en el cielo y a la vez el infierno… No creo
que haya mucha diferencia entre el agua y fuego; después de todo a veces elijo
voluntariamente quemarme u otras veces mojarme al punto que las partes distales
de mis dedos se encojen y arrugan a un nivel que si empiezo a hacer "riffs" con
mi guitarra de cuerdas metálicas casi que estaría suicidándome para que
copiosas gotas de sangre bañen la madera obscura de cedro de cada acorde que
sale de mi resonador.
No hay tiempo se está acabando y quisiera que
acabara más rápido… Quisiera estar dibujando haciendo mis garabatos y quizá no
pensar tanto en la perfección de cada uno de ellos (pero soy terco y busco lo
contrario) ya que al final de cuentas son míos, incluso si dibujo el mismo
infierno en medio de ellos… No te vuelvas tu mi infierno… ¿Y si te vuelves tu
mi Cielo?
Incluso podría preferir que seas mi fuego para que
me consuma, como se consume el cuerpo por una deshidratación a causa de alguna
bebida etílica, para que me quemes de sed… Para acelerar el fluir de mí sangre
y que estos riñones haraganes trabajen… Oh no lo creo he empezado otra vez.
Otra vez divagando en obsoletas afirmaciones, que se
convierten en mi Infierno… Y me recuerdan las palabras de Cortázar que hablan
del Infierno Florido que traigo en mi muñeca, que incluso creo tienen la osadía
de querer mandar a qué hora debo comer y como debo disfrutar cada día… Mi
mecanismo automático… Quizá mi corazón necesite entonces un…
“Preámbulo a
las instrucciones para dar cuerda al reloj.”
Julio
Cortázar
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