No es suficiente dos piernas
que corren en el asfalto mojado aún con cuatro patas y ese ser peludo que más
parece un lobo de Siberia, un par de ojos café y otro celeste que guían a un
cuerpo cansado, tampoco fue suficiente el exhaló final para subir esas 6
pequeñas cuestas que se sienten como una eterna escalera al cielo y ese pequeño
raspón en la rodilla después de una curva cerrada en la cual caí, no fue
suficiente correr esos 10 kilómetros acompañado entre veces por Sky y pensar
que al principio dudaba de su fidelidad, menos aún pensar que salir para mojarse
también con la tímida lluvia que suele confundirse con el sudor que empapa todo mi cuerpo y mezclar ahora el sonido de cada paso y el nuevo
redoble de un corazón que de 45 latidos pasa a uno acelerado de 130 que a su
vez intento calmar con esas melodías que salen de unos audífonos negros… Son casi 70 minutos los que tomo después
de salir de casa… Quizá este sea el tiempo suficiente o posiblemente no,
para pensar en ese cumulo de palabras que escribo a veces aquí… A esto le llamo:
Volar sin despegar un solo pie de la tierra.
P. D.: ¡Estoy muriendo!
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