Y era como una sensación de
pesadez la que sufrí en esta semana, tenía un comportamiento casi hormonal que
alteraba todo mi cuerpo rematando sin querer con aquellos con los que comparto
a diario, he sido un idiota pero es que no lo sé estuve como ausente en medio
de todos y parecía más bien un zombi que marcaba casi por inercia lo que era,
hasta el punto de nublarme la vista y no distinguir nada más que a alguien;
aunque no le hable mucho pero que quiero demasiado y que creo encontré después de tantos años… No fueron los desvelos, por
esta semana agotadora de exámenes, mucho menos por un furtivo encuentro “textual”
para paliar “enemistades”, no; solamente es que se me venía a la mente que hoy
cumples las cuatro décimas de adelantarte, sé muy bien que en este preciso
instante me reprocharías por ser poco fuerte… Por no honrar tu ausencia querido
amigo; pero bien sabíamos que si de apuestas se trataba te iba a ganar pero
jamás en algo de una magnitud como esta…
¿Sera que me leerás o por lo
menos te cuentan de lo que hablo? Lo primero no creo que suceda, lo segundo quizá
Dios te lo cuente… Esa es la última esperanza que tengo para que sepas que
siempre fui un equivalente a ser alguien realmente ausente.
Mientras tanto preparo mi
traje el de Ramos, con la camisa blanca y de puños grandes para colocar esas
mancuernas con el símbolo de mi dolor, ese que cada año se estrujaba por el
abrazo antes de tomar el puesto de la “Comisión” para honrar tu memoria y quizá
de una vez por todas dejar que descanses en paz querido amigo…
Chavito
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